El día 27 de abril, a dos días para finalizar el mes, contamos con 15 valores del Euríbor que de cerrarse el mes sin variación lo dejaría en el -0,017%. De esta forma experimentaría una subida de 0,467 puntos respecto al Euríbor de abril del año pasado y encarecería las hipotecas a las que tocara revisión anual en abril. Para hacernos una idea, una hipoteca media de 120.000 euros a 20 años subiría casi 24 euros al mes.
La subida del Euríbor no es aún un drama para los hipotecados, pero está marcando una dirección preocupante que le va a llevar casi con seguridad a valores positivos de entre el 0,5% y el 1% a final de año. A mucha distancia aún de los intereses que vivíamos en el 2008 cuando se alcanzó un máximo del 5,4%.
La primera causa de esta vertiginosa subida en el mes de abril es que los bancos europeos, anticipándose a las medidas que vaya a tomar el BCE, ya están subiendo el precio de los créditos que se hacen entre ellos. El endurecimiento de la política monetaria de los bancos centrales ante la escalada de la inflación con la que terminamos el año 2021 y que se ha visto incrementada aún más por la invasión de Ucrania, es una incuestionable realidad para este año.
La FED ya subió el tipo de interés el pasado 16 de marzo en un 0,25% y no se descartan nuevas subidas el próximo mes para controlar la inflación que no remite. Y esta medida va a empujar al Banco Central Europeo a ir normalizando la política monetaria a lo largo de este año con una primera subida de los tipos de interés para el tercer trimestre del año y que según Luis de Guindos podría ser el mismo mes de julio.
No siendo una subida importante va a tener un importante efecto psicológico sobre muchos previsibles compradores de primera residencia, que enfriarán sus ánimos y esperarán a ver qué pasa. Distinta situación tienen los inversores, acuciados por una inflación cercana al 10% que está disminuyendo el valor de sus ahorros. Todavía, a pesar de la subida del índice y de las previsiones, les compensa adquirir vivienda con capital ahorrado complementado con una cierta hipoteca y ponerla en rentabilidad para compensar.
No es el único dato de la semana que va a dar mucho que pensar a ahorradores y compradores de vivienda. Por desgracia la guerra y sus consecuencias están todos los días en las primeras páginas de los periódicos. La decisión de Putin de interrumpir el suministro de gas a Polonia y Bulgaria, al que podría seguir el cierre a otras naciones por no pagar el gas en rublos, vuelve a poner sobre la mesa la realidad de una crisis energética en Europa, que importa de Moscú el 40% del gas que necesita. Es cierto que ya no estamos en lo más crudo del invierno, pero las necesidades industriales del combustible pueden poner en aprietos a muchas empresas. De momento el gas subió un 24% nada más conocerse la noticia, aunque posteriormente se moderó hasta el 3%.
La consigna para todos los europeos debe centrarse en el ahorro del combustible, también en España, porque aunque nuestra dependencia del gas ruso no alcanza el 6%, en caso de que los cierres de suministro se amplíen a otros países, habrá que compartir nuestros recursos con los que más lo necesiten, como Alemania. De momento la situación parece controlada.
Conocido el cierre del suministro a estos dos países europeos, la Comisión Europea no se ha mostrado muy alarmada, asegurando que lleva tiempo trabajando en la posibilidad que ahora se ha producido. La propia presidenta de la Comisión, Ursula Von del Leyen ha hablado de solidaridad y de respuesta coordinada.
Y más problemas en nuestro negociado; a pesar de que intentan venderlo como un éxito, Teresa Ribera se vuelve de Bruselas con un acuerdo que deja mucho que desear, Y es que a pesar de su petición para poder rebajar el precio del gas para generación eléctrica en 30 euros MWh, desde Bruselas han rebajado las expectativas y han puesto el tope para el MWh en 50 euros, un 67% más de lo que España y Portugal solicitaban.
Este precio impuesto por Bruselas para la excepcionalidad ibérica, se traducirá en unos 140 euros/MWh para la electricidad en la subasta diaria. Como viene sucediendo con las eléctricas no se les han pisado los callos yendo a la raíz del problema, que es la especulación provocada por el modelo de subasta marginalista que obliga al consumidor español a pagar las energías más baratas o a coste cero, al precio de las más caras.
Y aunque la huelga de transportistas ya no existe y los precios de los carburantes no son tampoco los de hace un mes, la inflación no remite y no parece que los datos del mes de abril, que nos adelantará en Banco de España la semana próxima, vayan a ser muy diferentes de los de marzo. Que cuando vas a la compra te das cuenta de que los precios de los productos alimenticios ni han bajado ni se espera que lo hagan.
Inflación, Euríbor, precio del gas y de la electricidad, carburantes…el panorama de todo lo que llevamos, como Damocles sobre su cabeza, resulta muy similar al de hace un mes, a lo que hay que añadir las nuevas restricciones sanitarias de China en su principal área económica. Por eso debemos prepararnos para que la inflación no remita y tengamos precios altos al menos durante este año.
¿Cómo va a influir esta situación en el mercado inmobiliario? Lo cierto es que ante una situación económica tan revuelta y que se sale de los marcos tradicionales resulta difícil realizar previsiones. Parece claro que un incremento del Euríbor puede echar atrás a muchos compradores precavidos ante el desarrollo que pueda tener esta crisis en ciernes. Pero también la inflación puede contenerse por una disminución del consumo, al mantenerse los salarios muy por debajo del incremento de los precios, con las tiranteces que provocará en nuestra economía.
Pasada la euforia con la que terminó el 2021 y que prosiguió los primeros meses del año, los grandes inversores pueden también sentarse y esperar acontecimientos, incluyendo el retraso de muchas operaciones en marcha. Las inversiones logísticas y sanitarias pueden mantenerse a pesar de todo.
También parece claro y ya se está produciendo, que el precio de la vivienda nueva, influenciado por los costes energéticos y de materiales va a subir muy por encima del de la vivienda de segunda mano y podría producirse también un descenso en el precio de los suelos al cancelarse hasta mejor ocasión muchas construcciones residenciales previstas. Los problemas de China y la rotura de las cadenas de suministro no van a mejorar la situación, originando no sólo incremento de los precios sino falta de materiales como perfiles de aluminio, acero y componentes eléctricos y electrónicos.
Todo ello sin olvidar que el producto inmobiliario ha sido tradicionalmente un valor refugio frente a la inflación y que su puesta en rentabilidad para el alquiler está muy asegurada por la tensión existente en un mercado con exceso de demanda. Además, la situación de la Bolsa continúa siendo apta sólo para gente templada. Parece por lo tanto que podemos tener unos meses continuistas con el pasado año, aunque sin tanto movimiento y con unos precios más contenidos. Muchas agencias inmobiliarias ya están hablando de una menor “alegría “en el sector.
Veremos como van evolucionando el resto de las “espadas de Damocles” que llevamos pendientes sobre nuestra cabeza y en cuya oscilación Putin puede tener algunos hilos en su mano, aunque no todos.
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