No hubo sorpresas en la reunión del BCE el pasado 15 de junio y el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo decidió subir los tipos de interés en 25 puntos básicos, llevándolos hasta el 4% y situándolos en su nivel más alto desde junio del año 2000, es decir, antes de que el euro llegara a nuestras vidas. Con esta van ya ocho alzas de tipos en menos de 12 meses, en los que el precio oficial del dinero ha pasado de estar en negativo a rozar máximos históricos.
Los hipotecados van a sufrir la política de Lagarde durante años
Y aunque la medida de Lagarde tiene varias consecuencias, la más inmediata es la que preocupa a los casi cuatro millones de familias españolas que padecen una hipoteca variable, con su cuota mensual bailando al son que toca el euríbor, es decir, al alza. Y no hay que hacer muchos números para poner la decisión del BCE negro sobre blanco. Cada cuartillo que suben en sus reuniones Lagarde y sus fieles, repercute en una hipoteca media unos 32 euros al mes, es decir, unos 384 euros al año.
El problema es que como llueve sobre mojado, cuando llegue la revisión anual a los hipotecados pueden encontrarse con subidas muy preocupantes. Por seguir con el ejemplo de la hipoteca media de 150.000 euros a 25 años y un diferencial sobre el euríbor del 1%, si le ha tocado revisión en mayo, la cuota mensual habrá pasado de los 585 euros a 865; es decir 280 euros más al mes y 3.360 al año. Lo que no es precisamente baladí y va a incidir mucho en el consumo de los hogares españoles en lo que queda de año. Y es una situación preocupante porque el consumo de los hogares españoles representa algo más del 56% del PIB.
Menos inversión y problemas en las economías europeas
Además de los problemas de los hipotecados, también el Gobierno va a sufrir las consecuencias de las subidas del precio del dinero, resultándole más caro endeudarse, al igual que a las empresas, que ya no invertirán tanto. Tampoco llegará la misma inversión desde fuera ya que la subida de tipos incide en el fortalecimiento del euro frente a otras monedas y acaba de revalorizarse un 1% frente al dólar. Menos gasto, menos endeudamiento, menos inversión…el objetivo de Lagarde es enfriar la economía europea y lo está consiguiendo, con la eurozona rozando la recesión. Lo que no sigue su hoja de ruta es la bajada de la inflación, pero ya ha encontrado al culpable.
Con estas medidas de la banquera gala, la economía europea está dando ya señales preocupante de debilidad, que se traducirán más pronto que tarde en la pérdida de puestos de trabajo y recesión de las principales economías europeas; por su parte, la inflación, aún bajando, no lo hace tan rápido como pronosticaba el BCE hace poco más de un año.
La inflación resiste y los objetivos se retrasan
Y aunque es cierto que la tasa de inflación interanual de la zona euro se desaceleró en mayo hasta el 6,1%, casi un punto por debajo de la subida de precios del mes precedente, con el nivel más bajo desde febrero de 2022, el dato no es halagüeño para los expertos del Eurosistema, que han elevado una décima su previsión inflacionista para el año, hasta el 5,4%, al 3% en 2024 y al 2,2% en el 2025. Lo que está todavía por encima de su objetivo de estabilidad de precios en el medio plazo.
La culpa es de los salarios
Como así van las cosas, con unos objetivos que no se cumplen y una economía que ya está haciendo aguas en muchos países europeos, a alguien hay que echarle la culpa. Y sin importarle gran cosa que sus declaraciones pueden causar mucho daño, cargando de munición las negociaciones empresariales, Lagarde, que está previendo una inflación resistente a pesar de sus esfuerzos para retirar dinero a los hogares de los hipotecados, se ha curado en salud y ha culpado al alza de los salarios de lo que pueda ir sucediendo.
Por de pronto la francesa no ha dado esperanzas a las familias hipotecadas y ha asegurado que los tipos seguirán subiendo y que nadie en el Consejo del BCE está en contra de esta actuación, como si la decisión de la FED de interrumpir momentáneamente las subidas de tipo, por lo problemas de la economía estadounidense, no fueran con ella. Y a la vez de casi asegurar una nueva subida en la próxima reunión del 27 de julio y en las reuniones posteriores del otoño, ha cargado contra el fuerte aumento de los salarios que se está produciendo en el entorno europeo y que, según sus declaraciones, están contribuyendo de forma importante al incremento de precios.
En concreto, como causas de la pertinaz inflación -mira que me suena el concepto- habló de una subida en la remuneración por asalariado del 5,2%, de que los aumentos pasados en el precio de la energía siguen influyendo en la inflación de hoy y de que la demanda embalsada tras los confinamientos producidos por la pandemia, aún siguen percibiéndose. De lo que se le pasó hablar con mayor detenimiento es de los beneficios empresariales que en algunos sectores se han incrementado mucho más que los salarios.
La fortaleza económica de España tiene culpables
En España, según los datos de Hacienda, los trabajadores están recuperando poder adquisitivo en los últimos meses por primera vez desde marzo de 2021, tanto por las mayores subidas salariales, de casi un 5% de media, como por la caída de la inflación, que en nuestro país ha bajado más controlando los precios de la energía. Hay que decir que la bajada del poder adquisitivo no tuvo nada de pequeña, ya que llegó a ser del 7,2% en junio del pasado año, la mayor baja de todos los países desarrollados. Y si no hubiera sido por la fortaleza de la economía, el incremento del mercado laboral y los buenos resultados del turismo, el consumo hubiera caído de manera preocupante.
Consideración aparte por sus buenos resultados, hay que citar el llamado Escudo Social que agrupó a toda una serie de medidas económicas algunas de las cuales aún siguen vigentes. Entre ellas el descuento a los carburantes, las bajadas de impuestos a la electricidad, el gas o la alimentación, la gratuidad del transporte público o el cheque de 200 euros para las rentas bajas.
Todo ello, junto con el incremento del SMI, la revalorización de las pensiones al IPC y la resistencia del mercado de trabajo tras la reforma laboral, que propició una mayor cantidad y calidad de empleo, evitando que se destruyera como en la pasada crisis, demasiado cercana todavía.
Ahora queda recuperar, sino todo en parte, la capacidad adquisitiva de los salarios y ya se percibe como ésta va a ser la próxima gran batalla cuando las fuerzas económicas se están posicionando en contra.
El sector inmobiliario uno de los grandes perjudicados por el BCE
Las medidas de Lagarde van a dejar con su capacidad económica muy mermada a cuatro millones de hogares en España, causando ya muchos daños en el sector inmobiliario que tan sólo respira en zonas de costa y porque uno de cada tres compradores es extranjero. La delgada línea roja entre inflación y salud económica en los hogares no existe para Lagarde. La subida de las hipotecas asusta y ante la cicatería de las retribuciones bancarias, ya hay mayoría que sólo compran con ahorros. Además, los inversionistas han hecho las maletas y acampan en las playas del Mediterráneo.
Si además, en un hipotético cambio de gobierno se da marcha atrás en muchas de las medidas tomadas para ayudar a una mayoría de los hogares y se frena la actualización salarial, los problemas económicos y la repetición del modelo de crisis de la pasada década podrían estar a la vuelta de la esquina. Y como Lagarde, echando la culpa de sus males a los incrementos salariales, aquí escucharíamos una música que ya nos suena demasiado y habla de la herencia recibida.
¿Quién paga a Lagarde por llevar esta política económica?
Muy convenientemente se olvidará que, desde el repunte inflacionista, se ha producido un aumento de los beneficios por encima del nivel pre pandemia, con una fuerte influencia sobre la inflación. Sería conveniente un mayor control sobre estos beneficios empresariales, pero no se hará porque son tan santos como la propiedad privada y además no vamos a meter la mano en el bolsillo de los amiguetes. Es en estos momentos, en que tan sólo contemplo el inmenso bando de los perjudicados y los pocos beneficiados por sus políticas restrictivas, cuando me pregunto ¿quién paga a Lagarde y a sus fieles?
Compartido con Aquimicasa