Literas por horas , cañas y bocatas de calamares
Parecía, hace apenas un mes, cuando aparecieron en Madrid algunos anuncios de alquiler de habitaciones en pisos compartidos que pasaban de los 500 euros al mes llegando en algún caso a los 600, que ya estaba todo visto y la situación de la vivienda en Madrid no podía depararnos más esquizofrenia. Pero no es así, y los propietarios de vivienda son muy capaces de superarse a si mismos en poco más de una semana con condiciones más abusivas o alquileres más estratosféricos o esperpénticos.
El ignorado derecho a la vivienda
La metamorfosis de un derecho universal para todos los españoles, contemplado en la Constitución, a un bien de consumo especulativo, al que ordeñar y percibir altas rentabilidades sin importar nada más, ha llevado a la necesaria vivienda en determinadas zonas, a un callejón sin salida del que va a costar mucho sacarla.
Y la prueba de lo espinosos de la situación en un país con 3.000.000 de viviendas en alquiler en manos de 2.800.000 propietarios, es que la esperada Ley de Vivienda, anhelo de muchos ciudadanos y preocupación para otros cuantos, continúa encallada y sin noticias de su salud.
La cuestión es que cuando ya pensábamos que en cuestión de alquileres en la capital de España estaba todo visto, la realidad, en manos de caseros sin escrúpulos ni cortapisas, ha vuelto a depararnos una visión de a lo que se enfrentan en su día a día miles de nuestros jóvenes y trabajadores con poco más de salario mínimo para sobrevivir: el alquiler de literas.
Por 160 euros se puede acceder a una fantástica litera en habitación compartida, no sabemos si sólo los fines de semana y festivos o incluyéndolos con el resto de la semana. La noticia, con la fotografía, aparecía en la edición del diario digital Público de ayer.
El paraíso de las cañas y bocatas de calamares, con terrazas asalvajadas y árboles desapareciendo en cada acera, tiene muchas zonas oscuras y la del mercado especulativo de la vivienda no es la menos importante. Como está claro que la aporofobia de la actual administración madrileña no va a hacer nada, en aras de libertad de mercado y la seguridad jurídica, por impedir estos desmanes, lo siguiente que veremos son las conocidas camas calientes con turnos de 12 horas o incluso de 8, que descansar más es vicio y concupiscencia.
Si no se pone fin a la especulación inmobiliaria con el enriquecimiento y beneficios para unos pocos, un día el personal se rebelará y hablaremos de rojerío y manipulación.
Compartido con Aquimicasa