Después de unas reuniones agónicas los socios que componen el Gobierno aprobaban el pasado martes 5 de octubre el Proyecto de Presupuestos Generales del Estado para el 2023. Ahora, tras la presentación en el Congreso apenas 48 horas después, quedan por delante unas semanas de tramitación parlamentaria.
Será el momento de las negociaciones con los distintos grupos y las votaciones de las enmiendas a la totalidad parciales y la siguiente votación de cada uno de los bloques que forman los presupuestos presentados. El objetivo es aprobarlos antes del día 31 de diciembre para que puedan entrar en vigor el 1 de enero. Son los terceros presupuestos de la coalición de Gobierno.
Estabilidad financiera, inversión y compromiso social han sido los aspectos que más ha destacado la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que ha añadido que son los presupuestos más expansivos de la historia, con un gasto social que alcanza los 266.719 millones, que, si incrementamos los fondos europeos, se llega a los 274.445 millones de euros. Es decir, seis de cada diez euros de gasto se destinan a presupuestos sociales.
Dentro de este gasto social, el apartado de las pensiones registra un crecimiento del 11,4% más hasta alcanzar los 190.687 millones de euros, contemplándose una revalorización de las mismas en torno al 8,5%.
Tachados por la oposición de electoralistas ante un año con distintas convocatorias a las urnas, el Gobierno responde que con ellos se pretende contener, por un lado la inflación y dar protección a los sectores más vulnerables de la sociedad. Por ello, después del gasto en pensiones, Montero ha puesto especial énfasis en el aumento del gasto en sanidad, educación y vivienda. En el primer apartado el gasto sanitario aumenta un 6,7% hasta los 7.049 millones, reforzándose la dependencia en 620 millones de euros. También se incrementa el gasto educativo en 6,6%, hasta alcanzar los 5.347 millones.
No les va a la zaga el gasto en vivienda y fomento a la edificación que, con un 5,4% de incremento alcanzará los 3.472 millones en diferentes conceptos. De la suma total, los fondos europeos movilizaran 2.480 millones de euros, siendo el resto 992 millones con un incremento del 23%.
Entre los grandes capítulos de este gasto en vivienda están los 359 millones en subvenciones de diferentes planes de edificación, la reedición también con 200 millones del bono joven al alquiler para facilitar la emancipación y el acceso a la vivienda de los jóvenes y la aportación a la Entidad Pública Empresarial de Suelo (SEPES) de 145 millones adicionales hasta alcanzar la cifra de 260 millones para distintas actuaciones del plan de alquileres asequibles.
Dentro también del capítulo de vivienda hay que destacar el programa de construcción de viviendas en alquiler social en edificios eficientes, dotado con 1.600 millones, 880 millones para rehabilitación de entornos residenciales. También en 2023 se dotan créditos por 1.100 millones de euros para una línea de préstamos para rehabilitación de edificios y viviendas.
Para encajar estos Presupuestos el Gobierno los enmarca en una economía en crecimiento, aunque lo modera hasta el 2,1% por el mantenimiento de los precios de la energía y la subida de los tipos de interés; con un mercado laboral todavía al alza, previendo alcanzar los 21 millones de empleados, bajando del 12% de paro al finalizar el año y una contención de la inflación.
El buen dato de septiembre, con un 9%, permite al Gobierno asegurar que la inflación seguirá descendiendo los próximos meses por ser una inflación que tiene su origen en los altos costes energéticos y en su influencia directa sobre el precio de la alimentación. Una cierta moderación salarial conseguiría que el resto de los sectores no se viera afectado y la inflación no tuviera un repunte.
Ciertamente es una visión muy ideal y que no está contando con las decisiones del BCE que amenaza con volver a subir varias veces el precio del dinero. Y lo hace sin tener en cuenta uno de los factores que maneja Nadia Calviño y es que a diferencia de Estados Unidos que padece una inflación consecuencia de la abundancia de masa monetaria, la que sacude Europa está producida por el incremento de los costes energéticos a los que se ha añadido la depreciación del euro. Se van a cargar la economía europea con Estados Unidos como gran beneficiado, pero parece que no hay nadie que se atreva a decírselo.
Sin que la oposición haya abierto aún mucho la boca sobre estas previsiones, ha sido el Banco de España quien se ha mostrado más que escéptico. El regulador prevé que este año se cerrará con un crecimiento del 4,5% y que el próximo no se superará el 1,4% -mucha diferencia con el 2,1% del Gobierno- dejando para el 2024 una recuperación más fuerte que podría llegar al 2,9%.
El caso es que de momento la economía continúa funcionando y que el mes de agosto se volvieron a incrementar las operaciones de compraventa de vivienda, las hipotecas firmadas y los precios. En concreto los datos de los notarios aseguran que la compraventa de viviendas en el mes más señalado del verano alcanzó las 42.841 unidades, lo que supone un aumento del 7,8% respecto al mismo mes del año anterior. Un interesante dato para tomarle el pulso al mercado es la concesión de préstamos hipotecarios para la adquisición de una vivienda, que crecen en agosto un 13% interanual, hasta llegar a las 23.438 operaciones.
El jarro de agua fría llega de nuevo desde el Banco de España que hace unos días, en su “Informe trimestral de la economía española”, da su previsión para la evolución de la economía en los próximos meses y también en lo concerniente al mercado inmobiliario.
El banco emisor advierte que viene percibiendo una desaceleración de la inversión en vivienda que se prolongará en lo que resta de año y en los primeros trimestres de 2023, aunque podría ser más suave de lo previsto inicialmente. Achaca esta desaceleración no sólo al incremento del euríbor, sino también a la menor solicitud de visados de obra nueva y al encarecimiento de los costes de la construcción, tanto en los materiales como en la mano de obra.
En cuanto a los precios de la vivienda, el Banco de España explica que moderan ligeramente su crecimiento si bien continúan mostrando avances interanuales notables, del 8%, ante la insuficiencia de la oferta para hacer frente a una demanda relativamente vigorosa, según el Instituto Nacional de Estadística.
Y ante una caída de la solicitud de visados de obra nueva a niveles del 2017, la insuficiente oferta en el mercado va a continuar animando la oferta de segunda mano, a la que tan sólo la subida del Euríbor y el menor poder adquisitivo de las familias por la alta inflación podrá afectar en el medio plazo.
En el momento, con un mercado laboral estable y una economía aún en crecimiento, es la incertidumbre ante el devenir del invierno, con la guerra de Ucrania y los altos costes energéticos de fondo, en donde no ayuda la postura de la OPEP para reducir la producción, la principal causa de la ralentización del mercado de la vivienda y el parón que perciben algunas agencias de intermediación inmobiliaria. Antes de fin de año debiera verse algo de luz en un sentido o en otro.
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